Martes,
más gris que nunca.
Te extraño. Desde el día que te fuiste dando un
portazo no puedo conciliar el sueño. Las noches se hacen interminables. La
madrugada me encuentra cansado y sin ganas de levantarme. No me queda otra que
arrancar a la mañana, ponerme la sonrisa, sin la cual no puedo vender ni una
póliza, y salir a conquistar el mundo. Igual que el mito de los payasos, debajo
de esa careta lloro sin consuelo. No pude decirte que estoy arrepentido de haber
ocultado mi pasado con la droga, porque no me atendiste nunca más el teléfono
ni respondiste el millón de mensajes que te envié. Sé que merezco lo que me
está sucediendo pero eso no me conforma. Tengo que asumir que nunca dejaré de
ser un adicto en recuperación y no avergonzarme de eso. Ojalá pueda decirte que
no oculto nada más.
Sábado,
al rojo vivo
No quepo dentro de mí. Ayer viernes, después de
una semana para olvidar, me respondiste. Te noté calma. No supe qué decir.
Tenía miedo de que una imprudencia volviera a arruinarlo todo. Opté por
escucharte. Cuando me dijiste que, ya que te había pedido muchas veces que nos
encontremos para hablar, considerabas que debías darme esa oportunidad, sentí
que mis pulsaciones iban a reventar mi corazón. Quedamos en vernos hoy a la
noche en el café de siempre. Ya no sé a quién encomendarme para que me guíe y
no meter la pata, sobre todo porque no creo en nada ni nadie sobrenatural. Hace
una hora que ensayo frente al espejo y hago mi discurso sabiendo que cuando
llegue el momento me voy a olvidar de todo. De lo que estoy seguro es que te
amo como nunca antes y que este fuego cubrirá mis posibles errores.
Domingo dorado
Otra vez no puedo dormir. Pero esta vez es de
felicidad. ¿O es temor a despertar y que todo haya sido un sueño? Dormida a mi
lado, boca abajo, con el pelo suelto sobre la espalda, sos la imagen de la
perfección. Tu cuerpo desnudo sigue acelerando mi pulso a pesar del ardor con
que nos amamos toda la noche. No
recuerdo qué fue lo que te dije cuando nos encontramos. Estaba tan nervioso que
se me olvidó todo el discurso preparado. El resultado fue mejor que el
esperado. Seguro que las incoherencias que balbuceé te parecieron tan creíbles
que disipé tu enojo y terminamos abrazados. Y un poco más.
Osvaldo Villalba
20/02/2021.
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