Reencuentro




Comprender es perdonar
“Por quién doblan las campanas”
Ernest Hemingway

Martes, más gris que nunca.

Te extraño. Desde el día que te fuiste dando un portazo no puedo conciliar el sueño. Las noches se hacen interminables. La madrugada me encuentra cansado y sin ganas de levantarme. No me queda otra que arrancar a la mañana, ponerme la sonrisa, sin la cual no puedo vender ni una póliza, y salir a conquistar el mundo. Igual que el mito de los payasos, debajo de esa careta lloro sin consuelo. No pude decirte que estoy arrepentido de haber ocultado mi pasado con la droga, porque no me atendiste nunca más el teléfono ni respondiste el millón de mensajes que te envié. Sé que merezco lo que me está sucediendo pero eso no me conforma. Tengo que asumir que nunca dejaré de ser un adicto en recuperación y no avergonzarme de eso. Ojalá pueda decirte que no oculto nada más.

Sábado,  al rojo vivo

No quepo dentro de mí. Ayer viernes, después de una semana para olvidar, me respondiste. Te noté calma. No supe qué decir. Tenía miedo de que una imprudencia volviera a arruinarlo todo. Opté por escucharte. Cuando me dijiste que, ya que te había pedido muchas veces que nos encontremos para hablar, considerabas que debías darme esa oportunidad, sentí que mis pulsaciones iban a reventar mi corazón. Quedamos en vernos hoy a la noche en el café de siempre. Ya no sé a quién encomendarme para que me guíe y no meter la pata, sobre todo porque no creo en nada ni nadie sobrenatural. Hace una hora que ensayo frente al espejo y hago mi discurso sabiendo que cuando llegue el momento me voy a olvidar de todo. De lo que estoy seguro es que te amo como nunca antes y que este fuego cubrirá mis posibles errores.

Domingo dorado

Otra vez no puedo dormir. Pero esta vez es de felicidad. ¿O es temor a despertar y que todo haya sido un sueño? Dormida a mi lado, boca abajo, con el pelo suelto sobre la espalda, sos la imagen de la perfección. Tu cuerpo desnudo sigue acelerando mi pulso a pesar del ardor con que nos amamos toda la noche.  No recuerdo qué fue lo que te dije cuando nos encontramos. Estaba tan nervioso que se me olvidó todo el discurso preparado. El resultado fue mejor que el esperado. Seguro que las incoherencias que balbuceé te parecieron tan creíbles que disipé tu enojo y terminamos abrazados. Y un poco más.

Osvaldo Villalba

20/02/2021.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario